martes, 31 de mayo de 2022

38


         La nostalgia se acrecienta tras cada paso, ayer, recorrí por última vez aquellos caminos mágicos hechos en piedra construidos hace más de doscientos años, hoy, tengo que partir, llegó el momento de bajar de la Sierra, llegó la hora de dejar esta Ciudad Perdida. Una parte de mí quiere quedase, tener el privilegio de contemplar estos maravillosos paisajes día tras día, ocupar mi vida en cosechar, pescar, jugar con los niños, enseñarles algunas cosas, vivir en la sencillez, de modo natural, observar a la luna y a las estrellas para planificar en vez de mirar los números de un reloj y un calendario, tener como jefe la armonía y el bienestar de la comunidad de la que soy parte y de la naturaleza en la que vivo, esto, realmente es como el paraíso; abajo me esperan las suaves arenas blancas que custodian un mar azul turquesa, así, contemplando esa delgada línea que divide la profundidad del mar y la infinidad del cielo, cerraré con broche de oro esta inolvidable expedición. Hace algunos meses llegué aquí, vine en búsqueda del corazón del mundo, subí a esta majestuosa montaña (la más alta de la tierra a orillas del mar) en compañía de un grupo turístico, como nunca me gustó el plan de conocer algún lugar siguiendo la línea amarilla, decidí extraviarme del grupo, subí con ellos para poder contar con el permiso de los nativos; afortunadamente algo de mí conectó con ellos y me permitieron quedarme, en el fondo, ambos supimos que había un noble propósito de parte y parte.

Cambiar este hermoso panorama por el lugar de donde provengo resulta algo triste, volver a esa grisácea ciudad invadida por el smog, atiborrada de anuncios de toda clase y vehículos trancados haciendo ruidos por el tráfico, multitudes de personas que caminan a toda prisa sin siquiera mirarte, el estrés de los demás salta por todas partes, y aunque salgas tranquilo de tu casa, resultas estresándote; prefiero perderme entre los árboles de esta selva, rodeado de monos, serpientes, mariposas y aves. (Suspiro) Aun así, siento en mi corazón que tengo una gran responsabilidad, todo lo que he aprendido aquí, no tendría mucho sentido si lo atesoro solo para mí.

Estos grandes sabios de la naturaleza dicen haber estado aquí desde la creación del mundo; hace más de doscientos años tuvieron que ocultarse entre las selvas del norte de esta sierra tras la llegada de los conquistadores, gracias a ello, pudieron conservar sus costumbres sin ser contaminados por la civilización, son los herederos de una valiosísima cultura ancestral y todos sus conocimientos. Desafortunadamente, el destino de las tribus que quedaron en la planicie fue muy diferente, los que no fueron masacrados, fueron esclavizados y obligados a cambiar sus creencias, dejaron de adorar a la luna, al sol y la montaña para tener que arrodillarse ante la imagen de un hombre muerto y ensangrentado clavado en una cruz de madera, un símbolo bastante tétrico para quiénes solían venerar al árbol, al río o a las estrellas; junto con esas creencias, lamentablemente se fueron sepultando con los años nuestra devoción, profundo amor y respeto por la naturaleza, (bueno, no se podía esperar otra cosa de una religión extranjera que proviene de tierras áridas, de paisajes desérticos); es por eso que, estos respetables nativos vestidos de blanco y sombreros de pico, se hacen llamar “Nuestros hermanos mayores”, son quienes cuidan al planeta y a la humanidad (nosotros, los hermanos menores) desde este lugar sagrado, son los guardianes de la tierra.

Después de algunos días, pude conocer “El corazón del mundo”, es uno de los picos de la sierra, llamado en su lengua Gonawindúa, ellos son los encargados de proteger este lugar sagrado, pues dicen que si este se desequilibra, afectará todo el mundo; para ellos, todo es equilibrio y armonía, y si rompemos con ello, es cuando se producen los terremotos, inundaciones, sequías, y demás, por eso, cuando ocurre un desastre ecológico en alguna parte del mundo, las  autoridades espirituales de esta comunidad hacen grandes marchas que llaman “pagamentos” que son como ofrendas, con el fin de restaurar el equilibrio del planeta y devolverle lo que se le quitó, estos pagamentos pueden ser de todo tipo, desde conchas hasta cuarzos.

Lo más asombroso y admirable que descubrí compartiendo con esta maravillosa comunidad, es que no hacen nada sin el previo permiso de los espíritus de la naturaleza, es decir, no siembran, no cazan, no construyen, no pescan, no cosechan, sin su consentimiento. Para ellos, cada planta tiene un espíritu diferente, el agua, tiene un espíritu también, igualmente la tierra, ella siente, y los árboles también sienten cuando les hacen daño, dicen que somos hijos de la tierra, por lo tanto los árboles son nuestros hermanos y debemos cuidarlos, que los ríos deben fluir, no ser apresados, pues ellos son las venas del planeta, eso sería como si nos hicieran un torniquete en una de las extremidades, también, creen que al extraer los minerales del suelo igualmente lastimamos a la tierra, pues ellos son como su esqueleto, como para nosotros los huesos. Cada comunidad cuenta con un Mamo, él es el encargado de comunicarse con los espíritus para pedirles permiso, es el guía, quién dirige las actividades de todos, también usa la telepatía para preguntarle a las plantas, resinas, piedras y minerales, si puede usarlos como medicina.

Son muy pocos los indígenas que dominan el castellano, la mayoría se comunica en su lengua nativa, me esforcé bastante para memorizar algunas palabras claves al convivir con ellos durante este tiempo, palabras como por ejemplo: ni: agua, kalu-ue: fruta, Saki: ¿cómo?, Beiakse: animal, mani: ¿dónde?, kati: trampa, jane: malo, janci-re: bueno, musewa: buenos días, zenyale: gracias, luzangayance: de nada, en fin. Me aseguré de resolver todas mis dudas con mis amigos bilingües, lo que más me interesaba saber era por supuesto, su cosmogonía, sus creencias y ritos, su organización, y saber cómo eligen a los Mamos y cómo ellos aprenden todas esas habilidades que los caracterizan. Por supuesto, no fue tan sencillo conocer el misterio, pero al final, me contaron todo el proceso: El Mamo, el actual guía de la comunidad, elige de entre los niños más pequeños aquél que tenga una estructura diferente, ciertas cualidades especiales, (supongo que los espíritus también le guían en eso); cuando el infante cumple cinco años, el Mamo le lleva a hacer un recorrido por el territorio, en donde podrá conocer todos los lugares sagrados, allí le enseñará a meditar en el mundo natural y espiritual, luego, vivirá en una cueva, en donde solo podrá ir su madre a visitarlo por la noche, el aprendiz permanecerá allí adentro entre nueve y dieciocho años sin relacionarse con el mundo exterior, no verá los árboles ni los pájaros, ni siquiera la luz del sol, de esta forma dedicará su tiempo a elevar su conciencia hasta conseguir ver la realidad y dejar el mundo de la ilusión en el que vivimos todos. Durante su preparación, desarrollará la telepatía, con la que podrá comunicarse con todos los seres vivos; en esta cultura, se cree que todo lo que podemos percibir con nuestros sentidos, no existe, es solo una ilusión creada por nuestra mente, pero el poder de creación no se encuentra en el cerebro, se halla en el corazón, y la fuerza que mueve a ese corazón la llaman Aluna, y es precisamente de este Aluna desde donde le llega la información al Mamo, porque el corazón está conectado con la fuente, con el origen del universo.

Ha sido bastante valioso para mí esta corta estadía en este bello paraíso. Siento que aprendí muchísimo con mis “hermanos mayores”, también, se encendió en mí un fuerte deseo y una profunda necesidad de proteger al mundo, así como ellos, solo que creo que a mí, me corresponderá hacerlo desde allá abajo, despertando la conciencia de las personas “civilizadas” que a diario lastiman despiadadamente a Zerancua, el espíritu de nuestra madre tierra. Nos falta educación, tener más conciencia de cada cosa que hacemos y su impacto con el medio ambiente, nos hace falta recordar como sentían y se conectaban nuestros antepasados con la naturaleza, entender que ella también siente. (Suspiro) Aún no tengo idea como encaminar mi nueva misión, tal vez cuando me encuentre envuelto entre el smog y el bullicio, y mi espíritu extrañe a la Sierra, surgirán ideas para transformar mi entorno, desde lo más profundo de mi corazón, allí, en esa jungla de asfalto y humo de donde provengo.

miércoles, 11 de mayo de 2022

40

       

       Aún no puedo creer que ni los mejores cardiólogos de esta ciudad, hayan encontrado la enfermedad que produce mis dolencias. Hace algo más de tres meses tuve que dejar de hacer deporte, le he tenido que hacer el amor a mi esposa con mucha precaución y sin tanta pasión por el temor a padecer un infarto, desde aquel día, que sentí esas terribles palpitaciones y tuve que irme a un hospital de urgencias, mi vida se sumergió en la incertidumbre, todos los exámenes especializados que me han practicado, han arrojado resultados normales, sin ninguna alteración patológica; hoy, el cardiólogo me dijo que es muy probable que lo que me sucedió, haya sido por causa del estrés, ¡Pero si yo no estaba estresado!; es raro, me dijo que me asignaría una cita con el psiquiatra, que tal vez se trate de ataques de ansiedad; por supuesto no lo acepté, le dije que yo no estaba loco. Me miró fijamente, y dijo que de todos modos me notaba muy estresado, entonces, me sugirió un pequeño receso de una semana, me dio una incapacidad para presentar en el trabajo y, me recomendó alejarme de la ciudad por esos días, también del computador y del celular, que hiciera un viaje al campo o a algún lugar con mucha naturaleza, tal vez a conocer algún sitio al que siempre haya querido ir, que me relaje, también me sugirió que leyera un libro sobre una tal “coherencia cardiaca” y me dijo que regresara en un mes para ver cómo seguía, eso fue todo.

Salí de ese consultorio con sentimientos encontrados, en realidad, una parte de mí, quería conocer el nombre de aquella enfermedad que me agobia, que me hicieran una fórmula y así tener una solución en forma de pastillas, y ya, continuar con mi vida; pero no, ahora resulta que este loco médico sugiere que me vaya de vacaciones una semana y allá me las arregle con mi corazón…

…mmmm, bueno, hay un lugar al que siempre he querido ir; por la televisión he visto unos documentales en donde muestran unos paisajes espectaculares, unas canoas que atraviesan un inmenso río en calma rodeados de enormes manglares en medio de la selva. ¡Sí! ¡Allá quiero ir!, mañana volaré a conocer a los pulmones del mundo, ¡Por fin voy a navegar por las aguas de uno de los ríos más importantes de este planeta!, bueno, finalmente no puedo negar que este novedoso remedio resulta más emocionante que aquellas pastillas tan prácticas.

Hace mucho tiempo no me despertaba con tanta expectativa, me siento emocionado, no han pasado ni las primeras horas, y ya siento que este remedio está dando resultado. Antes de partir le doy un beso a mi amada esposa y a mi pequeño hijo, y en seguida, mi corazón y yo tomamos rumbo camino hacia la curación.

Mientras vuelo sobre las montañas y recorro aquellos paisajes que ya me sé de memoria, leo aquel libro que me sugirió el doctor, un rato más tarde, el piloto anuncia que en unos minutos aterrizaremos; observo por la ventanilla, y en seguida, mi pecho se inunda de una intensa emoción indefinible al ver la inmensidad del paisaje, un enorme verde tapiz conformado por millones de árboles tan juntos, que no le dan espacio al sol para llegar al suelo, atravesado por una inmensa serpiente de agua que se contonea y marca su cauce con imponencia, su tamaño, es colosal comparada con el resto de los ríos que he visto en toda mi vida desde el cielo. Realmente es demasiado hermoso, ni las mejores fotos o videos en HD podrían transmitir algo como lo que estoy sintiendo en estos momentos.

Creo que siento mi corazón en “coherencia”, con tan solo respirar este aire, ya me siento mucho mejor. Emocionado y positivo, busco como salir de esta pequeña ciudad, quiero adentrarme en la selva, hospedarme allá; alguien me habla de una pequeña población muy cerca en donde podría alojarme en una maloca, me parece genial, me dicen que la única manera de llegar allí es por el río, ¡Perfecto!, entonces, camino hasta el muelle y averiguo: las embarcaciones para los turistas pasan solamente dos veces al día a determinadas horas, pero, hay unas lanchas para la gente del pueblo que pasan más seguido e incluso son más económicas, sin dudarlo, me subo en una de aquellas en compañía de algunos lugareños…

…aquella visión de la canoa atravesando un hermoso río tranquilo rodeado de manglares, solo quedó allí, en la memoria de una bonita película, pues la realidad ¡Es otra muy distinta! El caudal de este río está enloquecido, llevo menos de diez minutos en esta lancha, y ya estoy mojado de pies a cabeza, no he podido mantener las posaderas en el asiento por más de dos segundos, (esto no es nada divertido) siento que en cualquier momento puedo salir volando, yo solo miro alrededor para saber hacia dónde nadar en caso tal, pero, ¡No veo ninguna orilla! esto es como navegar en mar abierto. (Suspiro) ¡No! No me voy a dejar llevar por el pánico, esto ha de ser muy normal por estas tierras; observo a la gente que va conmigo y parecen tranquilos, cuando de pronto, una de las señoras comienza a contarle al resto, que la semana pasada se ahogaron unas personas que iban en una lancha…

… ¡Caramba Señora! ¡No colabore tanto! Cierro los ojos, me concentro, pienso en lo poco que leí en el avión, y al abrir mis ojos, una espesa niebla blanca nos rodea a todos; ya no sé ni qué sentir, si más angustia o relajarme con la neutralidad de un panorama completamente blanco… ¡Esto es una verdadera locura!

¡Por Dios! Fueron dos horas y media de martirio. Creo que mi corazón probó finura al no quedarse tieso en semejante travesía. Nunca había amado y apreciado tanto el poder poner los pies sobre el piso firme. Que locura de viaje. (Suspiro) Bueno, ya pasó, no quiero ni pensar cómo será el regreso…

…Camino un poco, los nativos me indican hacia dónde queda la maloca en donde me voy a hospedar, son personas muy amables; al llegar, pago el alquiler, me cambio de vestuario, acomodo mis pertenencias y salgo a buscar algo para almorzar. Es gracioso, hay varios restaurantes, pero todos tienen exactamente el mismo menú: paiche o pirarucú. No soy amante de comer pescado, pero debo admitir que el paiche estaba muy bueno, ahora, creo que daré una caminata por los alrededores…

…después de un par de horas, mucho antes de llegar a la maloca, diviso una especie de tiendita a lo lejos, se ven como unos hombres sentados tomando cerveza, ¡Pero qué buena idea! Me tomo un par de cervezas, pero al pedir la tercera, me dicen que no es posible vendérmela, pues están próximos a cerrar. ¿Pero por qué cierran tan temprano?, es que a las ocho de la noche apagan las luces de todo el pueblo. Ok, en ese caso, mejor compro algo de comer y me apresuro, pues el cielo ya se comienza a oscurecer…

…efectivamente, a las ocho en punto ¡Fuera luces!, estoy acostumbrado a dormirme mucho más tarde, ¡Que vaina! no hay nada que hacer aquí, ¡Wao! Es bastante tiempo. Ok, continuaré leyendo aquel libro usando la linterna del celular. Antes de que se acabara la pila, me alcanza a agarrar un poco el sueño, me recuesto; cierro los ojos…zzzzzz…

¡Mierda! ¡Que pasa!, (Un terrible estruendo me deja sentado en seco), se escuchan algunos disparos y gritos, muy, muy cerca; toda una revolución allá afuera, mi pulso se acelera, trato de ver por alguna pequeña rendija, pero no logro ver mucho, apenas unas luces de linterna a lo lejos, ¡Por Dios! ¿Qué hago?, no sé qué pasará allá afuera…

Por supuesto después de ese susto, fue muy difícil conciliar el sueño. Trasnochado y un tanto preocupado me acerco a uno de los restaurantes en busca de desayuno; mientras me tomo mi caldo de pirarucú, pude enterarme de lo que pasó anoche: la policía quería meterse al pueblo a buscar a un hombre acusado por asesinato, pero la comunidad indígena de aquí, no permite que ingrese la policía a nada, son acuerdos establecidos hace muchos años, aquí la justicia la hace el mismo pueblo, y ese acuerdo, es sagrado, ellos lo defienden a capa y espada, no quieren que el Estado se meta de ninguna manera. Eso fue todo…

…Mi día se va entre los pasos que se pierden en la maleza de los alrededores y la contemplación de la naturaleza, voy a mirar el río y sigue igual de turbulento que ayer (tal vez peor), busco dónde comprar algún libro para distraerme esta noche, pero no encuentro nada, almuerzo más pescado, y al final, vuelvo a dar en aquella tiendita para tomarme unas cervezas…

…mientras descanso allí, tranquilo, en una de las mesas, veo como entra al lugar, un indígena con un aspecto siniestro, tiene cicatrices en la cara y en varias partes del cuerpo, su actitud es agresiva e imponente, saluda a unos hombres que se encuentran en otra mesa, y éstos, le invitan a tomar una cerveza. Mi sexto sentido jamás me engaña, el tipo es un completo antisocial, en un lapso de veinte minutos solo ha hablado de crímenes, menciona que apuñalar a una persona es tan sencillo como atravesar un pedazo de plastilina con un cuchillo, alardea de sus asesinatos y solo habla de sus historias oscuras, no sabe tratar ningún otro tema, por lo que cuenta, debe ser el sujeto al que buscaban anoche los policías. Por supuesto, no deja de ser una situación algo incómoda para mí, trato de disimular mis nervios, hago como que ni escucho, sigo en lo mío, y de repente, el tipo se levanta, sale de la tienda, veo como escarba por allá afuera en el tronco de un árbol y vuelve a entrar con una manotada de gusanos enormes, tan gruesos como mi pulgar pero tan largos como mi índice, son de color crema, con muchas patas y una cabeza negra; le entrega uno a cada uno de los que están en la mesa, y en seguida, veo como le arrancan la cabeza con los dientes y luego se lo tragan de un bocado, ¡Es asqueroso!, el tipo luego se dirige hacia mí, me toma del antebrazo y me pone uno de estos bichos e la mano, me dice: ¡Pruébelo! se llama Mojojoy. No me queda de otra que hacer lo mismo que ellos, no podría despreciarle un obsequio a un sujeto como estos…

…Es realmente asqueroso, se siente en la boca como un puñado de manteca viscosa salada, hago un esfuerzo mental realmente sobrehumano para no vomitarme. Le doy las gracias al sujeto y les invito a él y a sus amigos una ronda de cerveza; creo que tendré que tomar como tres cervezas más para quitarme esa horrible sensación de la boca.

Cuando noto que el cielo se está empezando ligeramente a oscurecer, me despido cordialmente y me retiro de allí, camino y miro hacia atrás de vez en cuando para verificar que nadie me esté siguiendo; una vez adentro de la maloca, quito la escalera que se encuentra en la entrada para subir al lugar en donde duermo, cierro bien la puerta y le atravieso unos palos que habían por ahí para asegurarla.

Una noche más sin conciliar el sueño, hace horas terminé de leer aquel libro, aun así, no dejo de pensar en todas las historias que contaba ese tipo, siento como que en cualquier momento puede venir a buscarme, matarme por gusto y robarme lo que tengo. ¡Carajo! No sé qué voy a hacer, ya no sé ni a qué le tengo más terror, si al señor los Mojojoy o a tener que volver a navegar por ese turbulento río para volver, ahora, no sé si irme o quedarme aquí; lo único que sé, es que, si logro volver a casa sano y salvo, voy a estar más tranquilo que nunca, y, ¡Claro! voy a poder dormir en paz, en mi tibia camita, como un recién nacido...


jueves, 27 de enero de 2022

14

      En unos minutos el mise en place estará completamente listo, luego, con inventario en mano rectifico que todo se encuentre en su lugar: condimentos, especias, proteínas, guarniciones, reservas suficientes en la bodega.  Cuento con un equipo de cocineros muy experimentados a mi disposición, algunos han trabajado conmigo antes; en estos momentos uno de ellos fuma un poco de porro debajo del extractor con una especie de pipa tallada en una zanahoria, no tengo problema con ello, siempre que sea cauteloso y no se deje pillar por el resto (ha probado finura en momentos de boleo y alta presión), eso sí, los borrachos ¡están vetados en mi cocina!, en fin. Se aproximan unas horas bastante estrepitosas, hoy comienza nuestro segundo fin de semana estrenando carta, platos que yo mismo diseñé teniendo en cuenta algunas sugerencias y caprichos de los dueños; hace una semana estuvimos a reventar, nos fue muy bien, al menos la mayoría se comió todo (no hay nada más frustrante para un cocinero que le devuelvan comida en el plato) para mí, ¡Ni la decoración debe regresar!

Estos momentos previos al boleo son emocionantes, escucho algo de rock and roll desde mis auriculares y en cuanto comienza a sonar “Trampled underfoot” salgo de inmediato por una cerveza. He estado aquí desde media tarde asegurándome que todo salga perfecto, bueno, al fin y al cabo, es mi propuesta, es mi nombre como Chef. Me esperan unas largas horas sofocantes al frente de la cocina…

…Tras cada sorbo de esta refrescante Lager y los sonidos de esta canción, solo puedo recordar lo estimulante que fue crear cada composición, es decir, cada plato; ¡Jah! ¡Para mí son como obras de arte! Obras de arte que existen solo unos instantes, entran por la vista, el olfato y luego se deshacen en el paladar de algunos privilegiados. Mi olfato es como el oído para el músico o el ojo para el pintor, con él decido que ingredientes van en la receta, que sirve y que no, con mi mente imagino como sería esa mezcla de sabores, también imagino como sería masticarlo en la boca, me gusta jugar con las texturas: crujientes, jugosas, suaves, cremosas, etcétera. A la hora de elegir la guarnición tengo muy en cuenta el valor alimenticio de cada cosa, me gusta que mis platos sean bien balanceados y con un alto valor nutricional. Amo jugar con los colores en la fase final al emplatar, con la decoración así sea muy sencilla, quiero hacer una breve introducción a los sabores que más adelante se va a encontrar el comensal; todo es muy importante, ¡Todo! “I’m talking ‘bout love, talking ‘bout love”…

Esta noche será larga, estaré al frente de todo, cada cocinero tiene su respectiva estación, yo solo estaré supervisando que todo salga bien y apoyando a los que se vayan colgando, a veces yo resulto ser el más atareado, pero, amo esto, amo mi oficio; cada rato que puedo, me asomo por una rendija y observo a la gente acercarse los cubiertos a la boca y me enfoco en su expresión, o cuando el mesero les pone el plato en la mesa, también me gusta ver si alcanzo sus expectativas a nivel visual, a veces me escapo y simplemente les pregunto qué tal, y cuando regresan los platos observo si dejan algo, hago estadísticas en mi mente para saber si es necesario hacer algún ajuste o qué…


 

martes, 15 de diciembre de 2020

8

        Debería estar ingresando al aula 307 en este momento, dejé los textos a medio leer, así que no creo que mi ausencia marque mucho la diferencia esta vez; por experiencias anteriores prefiero no venir tan tarde a este barrio, se pone cada vez más hostil a medida que se oscurece. Desde hace algunas semanas decidí empezar a venir aquí a hacer mis compras, me gusta fumar hierba, pero no consumo la que venden aquí, algunos compañeros comenzaron a encargarme un poco, la situación se hizo más recurrente y me di cuenta que podría ser un buen negocio. Alguien me mencionó este lugar, aquí encuentro muy buenos precios con relación a lo que se puede conseguir al otro lado, en la cara buena de la ciudad, el barrio es un poco pesado, lleno de moteles baratos, prostitutas, travestidos y bandidos, pero, bueno, se supone que es una “zona de tolerancia”, una clasificación cuyo nombre para mí, no comunica demasiado peligro…

…Me dirijo al ya conocido edificio con aspecto de motel, toco el timbre, y tengo la leve sensación de que me observan desde algún lado, aunque lo más seguro es que me deben estar vigilando desde que ingresé al barrio, en seguida entro a una especie de antesala con muebles viejos, sucios y desprolijos en donde el sujeto que me abrió la puerta me dice que espere, se retira cerrando otra puerta, dejándome encerrado con otras tres personas que ya estaban allí; por simple sentido común no los observo, prefiero fijar mi atención en algún punto o en el suelo, pero después de un rato, la situación se empieza a poner un poco tensa, pasan los minutos, uno tras otro, y todos nos comenzamos a sentir un tanto incómodos, percibo movimientos ansiosos y se vuelve algo inevitable mirarnos al rostro y decir algo, "Hhm!! Que demora", escucho una voz grave que proviene de un hombre ya entrado en años, bajo en estatura, de contextura gruesa, peluca rubia, rímel, pintalabios y un vestido de señora. Una carcajada se ahoga en mis entrañas ante la jocosa sorpresa, y decido mejor mirarlo directo a los ojos para fijarme en su humanidad y no en lo gracioso de su apariencia, "¿Qué pasará?" le digo con una leve sonrisa empática. Una prostituta suspira ansiosa y otro hombre simplemente levanta las cejas y tuerce la boca en señal de indiferencia. Finalmente, no sé después de cuánto tiempo, aparece nuevamente el tipo, y con una actitud un tanto agresiva pregunta a cada uno que quiere; "quince malboros, doce felpas y veinte cartones" le digo con firmeza, todos hacemos nuestros pedidos y entregamos el dinero correspondiente, luego, una vez más, tenemos que esperar a que nos despachen, afortunadamente después de haber roto el hielo se siente más relajado el ambiente; una vez la mercancía en las manos, el tipo encargado saca las llaves y le quita el doble seguro a la puerta, y al fin, cada quién sale a continuar con su vida…

¡Uff! ¡Qué raro fue todo esta vez! Aun así, se siente más adrenalina al salir del lugar, varios policías merodean los alrededores en sus motocicletas, ¡Dos policías por motocicleta! ¡Qué[1]  patético! ¡Andan como maricas! (respiro profundo) mis entrañas se tragan las risas nuevamente, en fin; lo mejor es caminar sereno, como si viviera por este barrio. Parece una locura, pero realmente ha valido la pena correr este tipo de riesgos, ya me compré unas buenas zapatillas, un celular nuevo y una chaqueta de cuero, soy más popular y me invitan a muchas fiestas. No está nada mal, me gusta acudir a la gente cuando requieren mi ayuda, a veces unos necesitan aguantar en las clases después de haber trasnochado trabajando o estudiando, un estimulante es perfecto para no caer fundido, otros prefieren un relajante que a la vez estimule su creatividad, en otras ocasiones prefieren expandir sus sentidos para ver más allá de la percepción habitual. Vendo productos que los cambian de estado de ánimo, que les hacen ver una realidad mejor, más optimista, o que los llevan a experimentar otro tipo de sensaciones como la sinestesia; soy como una especie de ángel, me llaman, y es como si me invocaran, voy en seguida. Esta noche va a ser muy emocionante, debutaré como dealer en algunas fiestas rave que habrá por la ciudad en algunos edificios abandonados, sé que la mercancía que llevo no será suficiente, igual, solo voy a ver cómo es la dinámica para aprender a moverme...

domingo, 13 de diciembre de 2020

7

        Tras descender un poco por la montaña en donde habito, macizo que con los años ha perdido su verdor por los múltiples muros de ladrillo erigidos, paisaje que a la distancia, da la sensación de que en cualquier momento se va a venir al piso como un castillo de naipes, arribo al viejo edificio en donde trabajo, siempre con la expectativa de alguna nueva historia (hablar con las chicas resulta mucho más entretenido que escuchar las letras bizarras de los tangos de arrabal que escuchaba el abuelo).  Recibo el turno justo en el momento en que todos los huéspedes deben desalojar, al entrar, mi compañero me advierte con ironía que de pronto me encuentro a un gringo colgado de las sábanas en "el cuarto feo" (un cuarto que solo alquilamos a las personas muy desaliñadas, malolientes, y de aspecto vagabundo sospechoso) pues debo recorrer los pasillos y golpear puerta por puerta anunciando la salida.

Todo transcurre normalmente, esta vez no hay ningún suicida afortunadamente, mi misión es dejar todo impecable, cambiar las sábanas, las toallas, lavar los baños, etcétera. No será el mejor trabajo del mundo, pero de alguna manera, me consuela el hecho de pensar de que aquí, he encontrado muy buen material, esas historias que solo se pueden escuchar en el lado oscuro de la ciudad, y que algún día podré brillar con las cosas que escribo, tal vez, no sé, sería lindo alcanzar aquel viejo sueño. Al principio cuando tuve que aceptar este trabajo para suplir las necesidades de mi hogar, fue un poco traumático, se me escurrían las lágrimas mientras fregaba las baldosas de las duchas que ahora tienen como sesenta años de antigüedad, a veces, al entrar a alguna habitación los olores me provocaban náuseas, ¡Y ni hablar de las porquerías que me he encontrado! Ya me acostumbré a todo esto, también aprendí a no ser displicente con las muchachas que traen aquí a sus clientes, en varias ocasiones me han traído tintico con roscón cuando hace mucho frío.

A veces, siento mucha compasión por algunas de las personas que vienen a hospedarse en este lugar, unos vienen de algún país vecino en busca de mejores oportunidades, también hay habitaciones ocupadas por familias enteras que dicen ser desplazadas por la violencia, otros, simplemente viven aquí, al día, hace años, dejan sus pertenencias en la bodega durante el día y en la noche las reclaman, luego piden algún cuarto y se encierran solos a ver basura en un televisor viejo; los demás, vienen esporádicamente buscando solo un poco de privacidad, un lugar en donde puedan beber, drogarse y fornicar con libertad, en fin. Muchas veces resulta triste contemplar la vida de las personas que no tienen un hogar a donde llegar o que se encuentran muy lejos de su tierra, yo no tengo lujos, mi casita es muy humilde, pero es mi lugar, alguien me espera. Puede ser que a la final mi trabajo parezca algo sin mucha importancia, sin embargo, cuando lo hago, trato de atenuar lo lúgubre que puede llegar a ser el vivir aquí, tendiendo las camas como si lo hiciera para mis hijos, dejo todo lo mejor que puedo como si fuera mi casa, porque creo que tal vez, de pronto, con la energía que le imprimo a cada cosa que hago, entre el ambiente, queda algún rastro de ese amor maternal que llevo dentro, y así pueda transmitirle algo de calor de hogar a esa pobre gente.

 

sábado, 12 de diciembre de 2020

6

       No tengo otra opción, este es el único lugar a donde puedo ingresar en medio de tanta oscuridad, ¡No sé cómo vine a parar en este barrio tan terrible!, toco el timbre, se enciende una luz adentro y aparece una mujer semidesnuda contoneándose ante mis ojos detrás del vidrio de la puerta, la situación pasa de ser peligrosa a ser un poco jocosa, miro hacia atrás y en seguida veo a los tipos que me andan siguiendo,  sin dudarlo entro al lugar; amablemente rechazo la oferta de la mujer y hablo con el encargado, en seguida le pido que por favor me aguarde un momento mientras se van los malandros,  pero nunca se van, así que finalmente decido hospedarme; como no contrato ningún servicio especial, me asignan el agujero más horrendo, camino por unos oscuros pasillos invadidos por un desagradable olor a humedad para llegar a él, y, sin entrar en detalles, me quedo consternado mientras observo paralizado mi nueva habitación; tras un par de minutos después del shock, estallo a carcajadas, honestamente nunca imaginé que pudiera existir un lugar así, ¡Es un asco! Pero hace unos momentos fui presa del pánico y ahora estoy a salvo. (Sonrío), me instalo, y recuerdo que irónicamente esto era lo que quería cuando decidí emprender este viaje, un poco de aventura, experiencias nuevas, salir de mi zona de confort y echarle un vistazo al mundo, saber que pasa al otro lado del orbe mientras todos duermen. Llevo conmigo una bitácora en donde registro todo lo que me sorprende, también algunas reflexiones; quise alejarme por un tiempo de mi familia, de mi hermosa esposa y de mis maravillosos hijos (dos grandes hombres), de mi trabajo, de mi casa, de "mi vida" por un tiempo; no puedo quejarme, podría decirse que la vida que llevo es "perfecta", con los años, con mucho esfuerzo y dedicación he logrado conseguir todo lo que he deseado, todo. Pero desde hace mucho tiempo, ya no me siento pleno, como si me faltara algo, no sé qué es, si supiera, lo conseguiría sin duda, tengo suficiente dinero, puedo ir a donde quiera, siento que tengo al mundo a dos manos, aun así, ya no sé ni lo que espero de él, o lo que puedo hacer con él, la verdad, no sé ni lo que estoy buscando exactamente...

viernes, 11 de diciembre de 2020

5

        Mientras se disipa la luz del día por la ventana, mi reloj biológico se encarga de ir alertando cada parte mi cerebro de forma lenta y progresiva; es hora de despertar, de comenzar mi rutina, debo lavarme los dientes en seguida, pues no soporto el más mínimo rastro de suciedad en la boca; organizo mi cama, me tomo un buen café, desayuno con alguna cosa, y luego, dedico las primeras horas de mi jornada en lo que, para mí, resulta ser lo más sagrado de la vida: sentirme limpia.

Tengo algunas citas para esta jornada, personas que conozco desde hace algún tiempo, afirman sentir confianza conmigo, algunos irrisoriamente me juran fidelidad, dicen que no irían a otro lugar en busca de lo que yo les ofrezco. Por mi profesión, no debo involucrarme de manera afectiva con estas personas, sin embargo, en los últimos años he notado que mi labor va mucho más allá de prestar un simple servicio. Las personas que me buscan, realmente me necesitan, no es por un capricho; tal vez por mi tan devaluado oficio en la sociedad, algunos se sienten con la libertad de atreverse a compartir cosas que no compartirían con ninguna otra persona en el mundo, piensan que por uno estar en la calle ya ha visto todo y se desahogan deshinibidamente sin pudor alguno. Es impresionante la cantidad de historias insólitas que he escuchado, descubrí que detrás de un enfermizo y desbordado deseo sexual, obsesiones fetichistas y aberraciones, existen traumas, frustraciones, necesidades afectivas y vacíos (tal vez espirituales, no sé); los puedo entender perfectamente, literalmente he estado en sus pellejos y ellos en el mío.   

Después de una avalancha de mierda verbal se establece cierto grado de empatía, así resulta más fácil comprender a donde quieren llegar, de que se quieren librar, pueden enfocar esa energía acumulada que más adelante en un lenguaje más táctil, más sensorial, va a ser descargada en todo mi ser, en mi tan experimentado ser. En unos contados segundos, en la cumbre del éxtasis, esta persona se transforma, su carga se hace mucho más liviana, y este, puede volver tranquilo y con una paz transitoria a su vida rutinaria. 

Yo, por supuesto, sigo con mi ritual de limpieza personal, continúo con mi rutina también, a veces pienso: ¿Qué sería del mundo allá afuera si esta gente no se deshiciera de todas esas cargas?  Y aunque muchos no comprendan lo valiosa que pueda llegar a ser una labor como la mía en una sociedad tan hipócrita y tan fría, realmente me siento orgullosa, orgullosa de ser lo que soy. Me miro al espejo, me embellezco una vez más, le sonrío a esa bella mujer que aparece en aquel frío cristal, abrocho mis sandalias de tacón a los tobillos, marcho sensualmente por el pasillo sintiéndome como Venus, y ahora...

...Sonriente, seductora y traviesa, coqueteo con alguien que está al otro lado de la puerta, esa que tiene un vidrio polarizado que no me permite ver el rostro de quien me observa...

miércoles, 9 de septiembre de 2020

4

          Si tuviera las alas de Hermes no tendría que caminar tan deprisa, hace cinco minutos debía estar bajo esa cornisa, formando una línea, con tarjeta en mano para hacer timbrar ese reloj una vez más; concentro mi atención en las piernas y en no tropezar, de pronto, en contraviento llega a mis oídos una graciosa lisonja, por tratar de no perder el ritmo me enredo con una tela llena de cosas, apenada me disculpo con el responsable a pesar de la mofa, doy algunos pasos, sonrío ruborizada; por un instante olvido la tediosa odisea de volver a lo mismo, a veces las semanas se me hacen eternas. (Suspiro) Pongo mi mejor cara, y un día más, doy lo mejor de mí para cumplir con mi trabajo; afortunadamente no demanda la participación de muchas neuronas, y tras algunos años de hacer lo mismo una y otra vez, puedo darme el lujo de escaparme de allí sin que nadie lo sepa, mi cuerpo puede seguir ahí parado, y mis manos pueden continuar obrando en piloto automático, mis ojos permanecen alerta de las telas y los colores, pero mi mente; mi mente definitivamente está en otro lado, visito los lugares con los que siempre he soñado, viajo en el tiempo, me detengo en los mejores momentos, algunas veces río sola, otras veces recuerdo que realmente quisiera cambiar mi estilo vida y empiezo a idear, imaginar soluciones que me saquen de este monótono laberinto.

Entre los minutos y las horas, sin darme cuenta, se me pasa la jornada, aterrizo nuevamente en mis zapatos, introduzco una vez más la tarjeta por esa rendija y siento que el timbre de ese odioso reloj ya me estremece hasta el alma, mis tímpanos lo aborrecen, aunque en esta ocasión, ese ruido signifique que al fin recupero mi libertad por unas cuantas horas. Tomo rumbo a casa, al llegar, abro la puerta de la entrada, y en seguida, un estallido de emoción me despabila; un efusivo abrazo que me quiebra la postura a la mitad, y una avalancha de melcochudos besos de golosinas, me recuerdan en donde está el motor de mi existencia, después de un monótono y aburrido día, solo dos simples palabras aceleran mi pulso y hacen que mi vida nuevamente florezca: hola mamá.

Son contadas las horas que puedo estar a su lado, reviso sus tareas, jugamos un rato, hacemos juntas la cena, armamos perros calientes o arepas; al final, nos metemos entre las cobijas a ver la tele hasta que se queda fundida, amo verla dormida, parece un ángel, me hace sentir protegida. Dormimos abrazadas, si yo me doy la vuelta ella se gira y me pasa el brazo por encima aunque esté dormida, cada vez que la observo, quisiera detener el tiempo, adoro cada momento que la tengo cerca, quisiera que nunca amaneciera...

lunes, 7 de septiembre de 2020

3

          El olor a colillas y humedad en la oscuridad van activando mis sentidos gradualmente; aturdido pero sobrio me despierto, una vez más, un vacío intenso invade mi centro. El hambre, naturalmente, se apodera de mi cuerpo, entonces lleno mis entrañas del humo espeso que dejó la noche que ya no es más que recuerdo. Dispongo en setenta litros, mi hogar, mi trabajo, una pequeña galería de recuerdos de viajes pasados, materia prima que entre mis manos se transforma en ornamentos innecesarios para el cuerpo, algo que exprese para ese alguien, los vestigios de una singularidad extraviada en la necesidad de encajar, de ser aprobado, de estar en lo correcto.

Abandono el habitáculo de turno y me entrego al día, oculto mis pupilas tras polarizados cristales, mi consciente aterriza en mi lugar presente, pues frecuentemente resulta ser diferente; amo despertar, preguntarme en dónde estoy y sorprenderme. Busco esa porción de asfalto por donde pase mucha gente, extiendo el empolvado lienzo, organizo una a una cada pieza estratégicamente para atraer las miradas, instalo mi cuerpo en el pavimento lo más cómodamente y contemplo…

…Como un filme ante mis ojos veo el transcurrir de la vida en diversas formas, el espectáculo de todos aquellos atrapados en un oficio rutinario, corriendo para cumplir un horario, siguiendo reglas, rindiendo cuentas, obligados a soportar la estupidez de otros entre cuatro paredes durante ocho horas, tal vez más, día tras día, en el mismo lugar; puedo imaginar el sometimiento de todos ellos, lo veo en sus rostros. Tal vez no posea muchas cosas, todo lo que tengo lo llevo siempre conmigo a la espalda, pero inhalo y exhalo a la libertad plenamente, me siento privilegiado al saber que puedo sobrevivir con mis talentos, puedo fumar, beber y comer cuando quiero, puedo cambiar de lugar si me place, viajo cuando me canso de la misma gente, de la misma comida, del mismo paisaje, del mismo clima; y aunque, no siempre logre vender algo con mis interrupciones impertinentes, me alegra arrancarle una sonrisa a ese que pasa con tanta prisa por el frente.


domingo, 6 de septiembre de 2020

2

       Embriagado por el deseo de llevar a las mentes a otra realidad, creo portales imaginarios a otros mundos, a otras vidas; lleno resmas de papel con palabras hechas garabatos que solo yo puedo entender, los agresivos trazos en tinta negra sobre el inmaculado papel me generan placer; ideas e imágenes repentinas que me llegan como relámpagos detrás de los párpados, brotan desde lo más profundo de las entrañas, recuerdos que se confunden entre historias contadas y sueños de vidas pasadas, en otras pieles, en otras almas. Del corazón a la mano fluyen las palabras, no pretendo poesía, no pretendo nada, una parte de mí, se funde con la tinta tras cada trazo, en cada letra impresa, me siento más liviano.

Amo el instante previo a la primera lectura, me llena de suspenso, con la pluma repujo sobre la hoja, puntos, comas, puntos y comas, tacho, cambio palabras, las muevo,  perfecciono el texto; me encanta este momento; y en cuanto leo "la última versión" experimento una especie de pequeño orgasmo cerca del plexo. Minutos más tarde, quiero volver a leerlo (pues no me vendría mal otro orgasmo), pero en el transcurso de las palabras noto que una coma no encaja; lo leo nuevamente (se escapa el orgasmo), suspiro, y en seguida comienzo a narrar en voz alta. Me enorgullezco un poco, pero sé que, en algunas semanas, tal vez meses, seguramente, por alguna extraña razón, ya no me va a gustar lo que hice, y ese pedazo de mí, hecho texto, será archivado en un cementerio de bosquejos. 

Años más tarde, rebuscando soluciones o algo que funcione, ¡Jah!, ¡Aquí está! Encontré el eslabón faltante a mi escrito, perdido en otra historia, en otra trama; pero el mundo, a la final, es como una sucesión de pequeñas replicas, ecos en diversos contextos, y ahora, este trozo perdido en un texto olvidado, le dará una nueva voz a este relato…



sábado, 5 de septiembre de 2020

1

         Vivía cada día sin dejarme atrapar por la ilusión del tiempo. Cada situación, cada ser, cada persona, era para mí como un lugar no descubierto, como si el interactuar, conocer a alguien o llegar a ser parte de algo, significara entrar en una nueva dimensión. Saboreaba cada instante, me sumergía en la observación, le buscaba a cada cosa una explicación, sentía que cada quién, que cada objeto en sí, tenía una razón de ser y de existir; que cada palabra y cada acción, entraba a formar parte de un instante único, e inconscientemente, de alguna manera, siempre pretendía que se quedara grabado en las mentes para que se transformara en algo eterno. Para mí, vivir, simplemente se convirtió en un arte. Nada usual, nada normal, nada cotidiano, podría taladrar la memoria de alguien a menos de que sucediera algo extraordinario, algo que provocara exaltación o alguna intensa emoción, entonces, me volví adicto a ello, a incitar el infinito momento.

Entendí el porqué de mi innata imprudencia, desde pequeño sentía curiosidad por las reacciones de la gente sin importar consecuencia; comencé a ser todo aquello que me dictaba el momento para trascender en el tiempo, aún si las palabras o los actos carecieran de juicio; sentía el sentir de los demás en todas sus formas, y aquellas intensas emociones ajenas se volvieron para mí como una droga.